Rodrigo Ímaz
Curaduría Karen Huber
Un pájaro no puede ser parvada, varios si: tal es el poder de la masa. La sole- dad del individuo aislado se contrapone a la libertad que promete el aleteo en Parvada. El vuelo es entendido como la forma ideal de la libertad y la Parvada se refiere a la posibilidad de crear una comunidad. Los humos somos tan solo “bípedos implumes” que soñamos con elevarnos.
No podríamos decir que los pájaros en soledad no vuelan alto, sin embargo, al ser Parvada se vuelven una organización fuerte y productiva, comunicada entre ellos mismos.
Centenares de aves hacen una función común y cada individuo se mueve a la par el otro: la colectividad es una noción intrínseca en la que gran cantidad de ojos contribuyen a un buen sistema de alerta rápida.
El tema de la exposición surge del simple ejercicio de un cuestionamiento del artista: ¿como es mi parvada?, ¿que le aqueja? Tal y como si se preguntara ¿como esta mi país?, ¿como están mis cercanos?, ¿que le duele a los míos?.
Metafóricamente para el artista la Parvada es un elemento natural que le permite generar anomalías con el comportamiento humano. Al mismo tiempo la Parvada es un elemento inaprensible y natural, lejos de las jaulas y los cautiverios – como la levedad de las alas- un instante de libertad.